La manada (o del moobing)

Si pudierais saber cuanto os odio.

Mucho más que lo que vosotras me odiais a mi.

Con la fuerza y convicción que otorga la soledad. Vosotras con el liviano y fútil soporte de la manada.

Pero hacen daño vuestras ofensas; que no han logrador curtirme aun como lo está vuestro rostro asombrado de relampaguente maldad, y acerado.

Y creereis, ingenuas, que el Amo agradecerá vuestros servicios.

Pero cuando se repartan galardones la manada se hallará dispersa, y no habrá celebraciones comunes ni óbolos para todas como no os conformeis con la sonrisa amable del Amo. (algunas no dudo que tendrés suficiente)

Que las medallas se las llevaran unas pocas. Las de siempre. Las que en manada se mantiene en retaguardia azuzándoos secretamente.

Que las manadas solo son eficaces cuando les toca hacer de jauría. En estrategias de maldad. En tiempo de guerra.

En tiempos de bonanza la manada es solo rebaño inútil e inocua que sigue adocenada el redil y la ruta que traza el Amo y que pace agradecido comiendo de su mano al que festejan. Al Amo y sus señalados colaboradores.