lunes, 8 de diciembre de 2008

Cenas de empresa

Que bueno es el jefe que nos invita.
Que considerado es que crea grupo y lo dinamiza (eufemismo de adocenamiento y de hacer redil).
Que devoto es que nos concita a celebrar la Navidad.

Es la época de las comidas-cenas de empresa. Este evento cada vez más patético. Y que como lo organiza el jefe, evidentemente están inmunizados contra la crisis. Los menús tampoco se resentirán: la consabida caldereta de "closcas" ("cáscaras" para que me entiendan mis seguidores peninsulares) y el filete de ternera (apelado "entrecot"esa noche) o la panga (disfrazada de lenguado) a la menuiere. Y vino común del pais a destajo.

Si eres un trabajador debes evitar a toda costa estas cosas. Puteado todo el año y compelido ahora a homenajear al causante de la precariedad, de la hipoteca, de las letras del coche que ya no carbura -que es él y no Zapatero por mucho que te diga u oigas decir a su claca- Si eres alguien que no forma parte de la claca, claro.
Lo ideal es organizar una comida alternativa con los compañeros de fatigas -tan insoportables pero tan entrañables- sin los amos de tu tiempo -aunque se las den de amigos y un día vengan a dárseles de magnánimos...-.; que no hace falta que sea, por supuesto, en Navidad (realmente es mejor aprovechar otra ocasión pues algún chivato siempre dará cuenta de la reunión clandestina -a veces incluso se drán episodios de infiltración-). El mismo día de la cena oficial es buena fecha porque los jefes y su claca y camarilla estarán en otro lado y no habrá control (sin no se es tan torpe de reservar en el tugurio de al lado).

Pero en fin, cualquiera sabe ya a estas alturas que estos eventos son estrategias preconcebidas de la dirección para controlar al personal y comprobar el día a día real de sus hombres-de la que no se suelen enterar, inmersos a diario en otra dimensión que los blinda e inmuniza de los problemas, qeu los protege de la gente normal de cuyo esfuerzo mal pagado se aprovechan para sus lujos-. En una nebulosa que muchas veces su propia corte de aduladores ha contribuido a a solidificar.
En estos eventos pachangueros es precisamente cuando los palmeros y correveidiles se pegan para conseguir el mejor detalle de su amando amo. Sacarlo/a a bailar cuando con buena cogorza meten lento y l asituación es propicia para arrimarse entre melosos acordes de canciones pedorras de amores canallas; o bien recordarle sus actuaciones más estelares del año, compadecerle todavía un poquito mas, perdonarle otra vez algunos malos modos como si no fueran habituales, y dejarse meter mano (es un decir).

Para huir de esta obscenidad, aunque se trata de lecciones de difícil cumplimeinto, lo suyo es anticiparse a la estrategia con la gente más cercana con la que si te apetece salir a cenar; buscar una mesa perdida en algún rincón y hacer grupito; o bien si es mesa única, la punta el rincón más lejana de la zona presidencial y adláteres -algunos sibilinamente distribuidos y que malhadadamente son capaces de hacerte enternecer... hasta la próxima putada-.
Y pillar un acogorza ya con el blanco de los entrantes pero controlar y no moverse del sitio bajo ningún concepto, aunque alguien con tres copas se encarame a la mesa a bailar la danza del vientre para él.
Y no participar en nuevos jueguecitos y homenajes que la claca improvisará en formidable competición entre ellos. Y jugar a controlarlos y burlarse de ellos, jefes y aduladores -con más maquillaje y perfume que nunca- y glosar sus indumentarias de estreno en pos de lamparones de aceite de la fritanga o de la salsa verde del fletan; los exagerados escotes que se exhiben no obstante el frio que pela que no palia una cogorza; hacer apuestas sobre las horas de pelu, afeites y preparativos que habrán gastado en acicalarse para la ocasión, lo que les habrá costado la ropa y en que viaje la habrán comprado, etc.... Y pasar mucho de sus cosas, e ir aguantando -conceder solo alguna risa al chiste malo o alguna palma a algún gastado discurso- hasta que el horario laboral de los camareros cual toque de corneta obligue a desperdigarse libremente, cometiendo un último abuso a la barra libre eso si; la ventaja es que estos días no es necesario despedirse.
Y abrirse.

Por supuesto,que muhcas empresas saben prepararse el terreno; y los jefes, por algo lo son, son muy listos y, por ejemplo, organizan las mesas y distribuyen las posiciones de forma incuestionable; sabiendo perfectamente a quienes deben confinar y a quienes tienen que separar. Para ello se invierten muchas horas de estudio y se evalúan largamente las contingencias posibles. Y por supuesto en un restaurante de un amigo o socio que si no le pegan sablazo les hace mejor precio.

A veces prohibe -con la variedad de gamas que existen de prohiciones- no acudir a estos eventos tan solemnes y cruiales.

Así que lo suyo es aguantar el chubasco como se pueda.

Ridículas comidas de empresa.

Soberandos homenajes a la hipocresía.

Ahora es la época de ellos y de los que daré cuenta. Pero no es seguro.

Navidad, navidad.

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