lunes, 29 de diciembre de 2008

interludio sentimental (de nuevo el redil)

Dicen que se está más guapo calladito.

Pero la manada aterra con sus estruendosos silencios que hieren como puñales traicioneros atacando por la espalda.
Oigo el silbido de víboras y cerbatanas sajar el aire perfumado de amargura y hastío de lunes por la mañana en seguro proyectil que golpea el alma.

Y no infunden temor unas miradas que no existen en rostros que quietos ningunean y rehuyen mi presencia.

Sin duda que prefiero el temor cierto del aullido preludiando la celada y la encerrona de la que sabré con apuro cobijarme que el desconcierto del silencio evasivo que inunda toda la estancia.

Pace tranquila la manada.

Por ello resulta aun más aterradora.

Aunque el aire no preludie dentelladas cuyas heridas el corazón acostumbrado cicatrizará.

Desapacible y desabrida quietud que la mañana asalta.

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