domingo, 3 de mayo de 2009

Vivir del turismo

Todavía se escucha la letanía machacona.

A modo de típica falsedad que solo a fuerza de repetirla puede hacerse cierta -o tenerse como cierta (Porque ¿Que es la verdad?).

Ocurre que el hecho que llaman con victimismo -desde rostros con impostado rictus de resignación o tremendismo- "vivir del turismo", puede ser cierto si es que con menos dramatismo y menos tontería se muestra el dato objetivo de cual es la actividad que genera mayor rendimiento -otra cosa es rentabilidad, riqueza (y menos si este concepto tiene connotaciones de generalidad)-.

Vale, pues. Vivimos del turismo ¿Y que?

En cualquier caso este sector se halla lastrado desde sus orígenes por su consideración de actividad extra en la que los adinerados prebostes invertían para engrosar sus bolsillos. Ello continua igual, por mucho que los ayes se hagan más tremendos y los gritos mas desgarrados ante perspectivas que solo algunos ven hoy poco claras (otros las ven siempre igual).

Nunca el turismo -y hace mucho tiempo que ello debería haber cambiado- ha logrado arraigo en la sociedad en general que lo han visto como algo extra. Para pillar facil un poco más de dinero. malpagando a un empleado y pillar un extra que permita mirar gamas mas elevadas de utilitarios o folletos más exclusivos de viajes.

La única estructura empresarial creada en el sector ha sido la mercenaria -sin connotación peyorativa- encarnada por Hoteles Paquito y compañía que por cuatro duros se han hecho con los chamizos que les llenan los empaquetadores internacionales. Y luego fardan de ser los salvadores; de ser la verdadera economía productiva. ¿Para quien?

Ha faltado -y falta- ante la elocuente evidencia crisis de la industria -hecho que nadie niega y desde hace mucho, mcuho tiempo-la creación de una seria estructura empresarial que pudiera implicar a todos en los nuevos tiempos, que tanto sabio economista que se llena la boca de augurios debería haber avizorado.

Como todos estaban implicados en la industria -que permitía crear urbanizaciones para segunda residencia del trabajador-. Casi no había chamizos en la época en que se construyeron.

Pero el turismo ha sido el dinero fácil de los espavilados. Pseudoempresarios vivales que nada han invertido para que sea una actividad estable. Nada. Ellos que lo tenían.

Y ahora que vienen mal dadas -que se lo han gastado todo- y la fábrica ya es sólo un símbolo, se van a llorar al Consell y a cualquier administración para que les subvenciones aquello en lo que por su avaricia han fracasado. Sin perjuicio de considerar que la legislación puede poner a veces trabas.

Pero los políticos y las leyes cambian. Y, en realidad, muchas leyes se pasan por el forro. No las malas costumbres.

Es necesario el esfuerzo de todos para implicar a todos.

Pero el turismo -y el triste victimismo que delata una injusta consideración de actividad esclava y marginal- sigue siendo un más a más. Algo que, desgraciadamente, no se siente como propio.

Sino algo en que se han enriquecido otros; y que no ha logrado arraigar en esta sociedad.

Y es que ya no hay empresarios.

Solo hay fábricas en suspensión de pagos y herencias a repartir entre vividores. Y que esperan liquidar para llevarse lejos.

Y a Hoteles Paquito poco le importa esta sociedad; de la que ni se preocupa en recoger la basura cuando cierra -aunque nada nos evita del patético espectáculo del hotelero llorón-.

Y a los que trabajan en el sector poco les importa también trabajar un verano en Menorca y otro en Lanzarote.

Vivimos del turismo.

Pues entre todos -y unos pueden mas que otros-, hay que hacer de el una actividad que permita subsistir.

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