domingo, 24 de mayo de 2009

visperas

De lunes tremebundas.

Cuando por la mañana de nuevo entraré en sus dominios.

Como una sombra invisible entre la cofradía sufrida que no obstante sabe, fragante además, impostarse de remozada lozanía. De alegría. Bellas y acicaladas.

Hace tiempo que nada espero de él. Que digo que no me da miedo.

Más me azoro cuando oigo sus pasos y el aleteo de palomas que lo circundan.

Y bajo la vista cuando me cruzo con él.

Aunque haga tanto tiempo que no me muestre el destello refulgente de sus dientes de acero.

Insertos en su jeta de hormigón armado.

Y me apaño una profesional sonrisa para sus comentarios baladís que con olvido de gélidas guerras -pobrecito. es buen tipo- viene a contarme. Que destacan incluso sobre el coro que lo acompaña a todas partes.

Mañana hablaremos de lo tuyo.

Hace seis meses que me lo dice.

Sin que yo ya le inquiera a nada.

Pobrecito. Está muy estresado, como proclaman sus mariposas que a su alrededor aletean.

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