miércoles, 22 de abril de 2009

Torpes lameculos

Algunos todavía, ensuciándola, mencionaran la palabra "compañero".

Serán los que les quedan todavía sin traicionar con media sonrisa; sin ofender públicamente con palabras desabridas; sin apuñalar con navaja cabritera en una esquina.

Patéticos ejemplares torpes hasta en él ridículo sigilo ensordecedor, en el disimulo aparatoso como astracanada de clown de circo viejo de colchonera carpa agujereada. Con descolorida vestimenta remendada. Y narizota torcida.

A su lado, entre viejos carromatos, los leones y las víboras despedazan con ahinco los cadáveres calientes recien fabricados por sus fechorías.

Lameculos discretos.

Comodines apurados que solo salvan la baza socorrida. Mediocres.

Voceros de ronco susurro.

Dueños de secretos proclamados a voces estridentes, desde megafonía aparatosa jalonando fotografías del preboste fundador. Entre himnos y vítores que avivan y aventan.

Entre rimeros de legajos y prosaica maquinaria pululan desubicadas cual putón de verbena en misa dominical.

Los lameculos, por serlo no tienen vergüenza.

Pero por serlo les da lo mismo.

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