Ha bastado poco tiempo para que las JAC (Juntas de Acción Catalanista), bien dotadas y bien nutridas -a prueba de crisis- volvieran a hacer de las suyas.
Pobres paniaguados acomodados que se divierten jugando a hacer patrias inventadas.
Masturbándose colectivamente alucinados en arcadias inaccesibles. Porque no quieren pringarse mucho.
Una cosa es la exigencia del conocimiento del catalán -me la suda como se denomine esta lengua (aunque su nombre también se utiliza como forma de colonización)- y otra es la exigencias de estar en posesión del nivel B -o el que sea-. ¿Para qué? ¿Para que sus recetas se entiendan mejor?
Ridícula y absurda esta exigencia que solo demuestra la utilización politizada del idioma como intrumento de desintegración, de exclusión y de odio.
Terrorismo lingüistico es esto. Ninguna otra cosa
El idioma como caballo de batalla, como arma dispuesta a cercenar oportunidades y a poner trabas y barreras. Para señalar, marcar, listar y excluir.
Gentuza.
Yo tampoco tengo ningun nivel y renuncio por siempre a ello. Entonces ¿Que hago aquí diréis?
Pues si, malvivir y pudrirme; dadme vosotros pasaporte y visa para otro lugar que no contaminéis. Que siempre he querido largarme.
Y tener que escuchar encima a mindundis xenófobos -apóstoles del vejete aquel defensor de la raza blanca mediterranea (y supongo que de los ataques israelís a Palestina)- hablar de concordia y tolerancia.
Josu Ternera también dio conferencias sobre derechos humanos. Sentó cátedra.
En las primeras filas de sus mítines estaba esta jarcia maldita.
Largaos vosotros a algún lugar remoto de vuestro imperio de humo y de odio.
Me cagó en vuestros certificados acreditativos.
Me cago en las JAC.
sábado, 4 de abril de 2009
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