martes, 7 de abril de 2009

Alucinando

Caperuzas terribles practican danzas siniestras en los empredrados toscos de los barriuchos tomados por orientales comerciantes.

Las embriaga el aire conmovido -vulgo, el pestazo- por el incienso, la cera derretida y el puro del potentado mirando con impostada beatitud el desfile de máscaras y cartón piedra. Y exhibición obscena de forzudos.

Y rechinar de látigos y arrastrar de cadenas. Y pasos que se cargan farolas en los recodos.

Miedo, dolor, mucho dolor. Angustia, horror y agonía.

Mucho cuento y mucha fiesta bajo los tronos, eso si. Pero malhaya del que lo diga.

Que se queda sin el trago de aguardiente o de fino quinta. O del rebujito pagado en la caseta de la feria.

Es su fiesta.

Que la disfruten con bebedizos amargos e intoxicaciones incensarias.

La España Negra exhibe obscena sus visceras.

Y a veces salpica de sangre blanqueados callejones de poblachos desiertos.

Crucificados, empalaos, quemaos, mataos.

Y ayayayayayes de saetas de impotado dolor.

Mucho cuento.

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