Caperuzas terribles practican danzas siniestras en los empredrados toscos de los barriuchos tomados por orientales comerciantes.
Las embriaga el aire conmovido -vulgo, el pestazo- por el incienso, la cera derretida y el puro del potentado mirando con impostada beatitud el desfile de máscaras y cartón piedra. Y exhibición obscena de forzudos.
Y rechinar de látigos y arrastrar de cadenas. Y pasos que se cargan farolas en los recodos.
Miedo, dolor, mucho dolor. Angustia, horror y agonía.
Mucho cuento y mucha fiesta bajo los tronos, eso si. Pero malhaya del que lo diga.
Que se queda sin el trago de aguardiente o de fino quinta. O del rebujito pagado en la caseta de la feria.
Es su fiesta.
Que la disfruten con bebedizos amargos e intoxicaciones incensarias.
La España Negra exhibe obscena sus visceras.
Y a veces salpica de sangre blanqueados callejones de poblachos desiertos.
Crucificados, empalaos, quemaos, mataos.
Y ayayayayayes de saetas de impotado dolor.
Mucho cuento.
martes, 7 de abril de 2009
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