Rosa Aguilar -el último pequeñito míto de este reducto casi extinto- también ha caido.
Ha sido noticia esta semana. Como no lo había sido -y en este caso por razones loables- durante los últimos diez años.
No confiesa las razones por las que al final de una trayectoria ejemplar abandona la formación que la ha parapetado en sus pequeñas alturas, y renegar de ella.
¿Que va a confesar, la pobre?
Un buen plan de jubilación. Y un puestecillo en el clan de la Vega. Con ajuar incluido. Aunque de trapillos se la ve ya aventajada conocedora.
Son pocos, y casi todos réprobos, rebeldes, críticos.
Y siempre en tránsito.
Ahora es el momento de afiliarme a Izquierda Unida.
sábado, 25 de abril de 2009
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