martes, 10 de febrero de 2009

A veces, la tristeza (el Amo)

El Amo está triste. El Amo se lamenta.

Trémulos sollozos edulcoran el aire adusto de la factoría.

Suavísimas melodias canoras musitan los labios dulces de las esforzadas adoratrices.

Tejiendo para el amo con encono sedosos pañuelos que amparen lágrimas plomizas.

Alguna cifra discordante habrá dado que pensar; alguna extraña coyuntura cíclica no habrá colmado las previsiones siempre mesuradas.
Ellas, sufridas, asumiran culpas y ofrecerán refugio para exabruptos y desafueros.

Terrible aullido que sofocará el canto aguerrido y a la vez dulce de la entrañable colmena afanosa.

Que en el aire construirá mullidos colchones para que el Amo descanse y repose su fiero desconcierto, aromado de etereas fragancias y arrullado de serenas melodías, que discretas, casi etereas, ellas las adoratrices sabrán disponerle.

Y que nadie se atreva a perturbar el merecido descanso del Amo.

Maldito sea quien ose molestarlo.

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