martes, 3 de febrero de 2009

El clan indispuesto

Nunca habían llegado a techos electorales tan elevados.

Nunca habían tenido la oportunidad de gobernar tan cerca.

Pero justamente ahora todo son remilgos. Ahora justamente pregonan su carácter minoritario. Ahora que hay que dar la cara y demostrar que tienen un proyecto -más allá del tríptico apañado para la campaña-; y lo buena gente que son. Comedidos, sensatos, con "seny". Ahora en lamentable ejercicio de irresponsabilidad se evaden y se apartan de la senda, en pos de la marginal cañada donde vagabundear felices y seguros. No vayan a quemarse. No vayan a pringarse.

El clan desbordado y abrumado por las circunstancias se refugia en bizantinas discusiones sobre fondos parisinos; se sumerge en la presunta incandescencia de falsos dilemas que socapan su manifiesta ausencia de voluntad política de gobernar. Su limitado carácter de lobby de presión. De agencia de colocación; de organizador de viajes exóticos y humanitarios.
Su sola intención de vivir de espaldas a la realidad en la humeante y alucinógena ensoñación de su entelequia insolidaria.
En su pequeñita sedición subvencionada.
Su recatada rebeldía.

Pero son buena gente.

Muy buena gente.

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