jueves, 27 de agosto de 2009

Tortura animal

Vergonzosa y delatadora estampa que el Hacedor nos muestra a toda página en portada.

Un pobre asno torturado por gente convertida -en virtud del santo católico de turno- en manada desaforada. Turba airada en combustión. En un pueblo que bien se sabe convertir a veces en aldea, poblado, redil... Far west sin ley.

Nunca olvidare la jeta y el gesto -terrible e infame sonrisa de pillo en ristre- del torturador a lomos de la pobre bestia gimiente a sus arreos, estirones y azotes. No hará falta que guarde la dolorosa fotografía delatadora que el tal sujeto, para hacer honor a su fechoría salvaje -por piedad uno quiere pensar que etílica- la enmarcará para guardarla en su pequeño museito familiar de la ignominia.

Vergonzosa imagen que el Hacedor -sutil y hábil como nunca- revela. Y que nos transporta y nos recuerda otros lugares. Sin ir más lejos, España.

España, piel de toro torturada que jalonan patéticos poblachones y villorios con pretendida historia en los que durante este mes los rufianes y matones del pueblo exhiben atávicos instintos; descargando su rabia ciega y su violencia incivil reprimida sobre tantas pobres y entrañables bestias torturadas en homenaje a la santa maría de turno.

Sin ir más lejos, si, la fotografía parecía España.

Postulo la abolición inmediata de tan infame costumbre que mancillan pretendidas historias intachables. Pequeñitas epopeyas.

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