Se lo merece

Pobrecito el Amo. Una semanita. Ya era hora. Musitan severas y a la vez temerosas las bellísimas adoratrices en sus ramas. En improvisados conciliábulos genuinamente logrados en secretos recodos de una factoría que aun guarda secretos.

Temerosas porque el miedo asombra cierto el despertar de mañana en una factoría sin Amo. Que aunque el tiempo pase habitualmente tan despacio en esta factoría, cuando el no está, infundiendo en el fondo serena tranquilidad con su presencia, una semana es mucho tiempo; suficiente acaso para levantar mareas, enconar querellas y zozobrar rutinas.

No habrá necesidad de maternal amparo hacía él; pero ahora serán ellas que se verán provisionalmente huérfanas de guía. Aun cuando rija el Sistema infalible, sublime creación del Amo, que hace que todo gire sin el, solo con su aliento, su soplo transmitido y encauzado por esta magna creación. Con peligro cierto de explosión de hostilidades latentes que a las severas guardianas del primer nivel les costará trabajo acaso sofocar.

Más lo lograrán. Como no. En tesituras más complejas se han visto ellas.

Que descanse, pobrecito. Esto es lo principal. Musitan.