sábado, 29 de agosto de 2009

otro iluminado

Un tal Cleofe.

Promocionado ultimamente por el Hacedor en su loable labor social. Que le hace, ductil y proteico como ninguno, convertirse tantas veces papel de estraza para envoltorio de bocatas de sardinas con aceite vegegal, muro de arrabal vestigio de trena o de cuartel, o puerta liviana de tigre inmundo de bar de estación de cercanías.

Lugares todos ellos que contiene mensajes de mayor calado y fuste que las horrendas e incendiarias cartas perpetradas por este iluminado presuntamente atacado, poseso más bien, de clarividencia y con mucho, mucho, tiempo. Y claramente paciente del síndrome de abstinencia a la Losantina que acaso, en la proxima semana con el avizorado regreso de las dosis mañaneras gratuitas podrá colmar. Pues su discurso no va más allá de la perorata espumosa y airada de un taxista madrileño despúes de endiñarse y endiñar a sus inermes clientes seis horas matinales de Radio Sotana Coppe entre injurias, exabruptos y butifarras.

Me parece bien la labor social del intrépido Hacedor -atravesando con sufrimiento pero a la vez con garbo el duro agosto-. Ya hizo lo mismo con un tal Gerardito, un pobre loco cuyos desafueros son prácticum de las facultades de psiquiatría.
El problema es cuando esta gente se obceca y, abandonando el manantial que nutre su sabiduría cotidiana, se encelan en el insulto y la descalificación de quien osara contradecir su discurso. Aunque dígase que es porque con ello se priva a los lectores de un acervo de sabiduría.
Y en esas está el tal Cleofe. Este nefasto tipo. En el insulto y la descalificación de una persona por el solo hecho de ser sindicalista que, indirectamente, y solo por tal motivo, se atrevió a no idolatrar, o a no referirse adecuadamente, el monocultivo turístico del que como tantos petimetres es pregonero (¡que original!) y, además, (gran pecado) no cagarse en Zapatero. En el pobre Zapatero.
Que en el fondo, siguiendo la estela del hotelero jubilado que llena habitualmente de violencia e inmundicia -con mayor dilatación temporal pero también con mas concentración y carga fétida- sus páginas, no es más que émulo del mismo. Y nadie como el, como el veterano hotelero escribiente de memorias inventadas (afortunadametne inventadas), por supuesto, en zafiedad y macarrería.

Por cierto hoy, en clamoroso error -cuando fallan las ideas ya se sabe- reconoce la crisis del turismo (la enorme ruina... de su tingladillo) como la de la agricultura e industria. Pero solo la primera, la de la actividd económica descructiva de sólidas estructuras, que nos ha empobrecido y envilecido, le parece grave.
Lo demás para el -y ello le delata en su pelaje y catadura- la crisis de la industria y del sector primario le parece risible. Con la soberana desfachatez propia del haragán, del desertor del arado, apostol del trinque y del pillaje.
Del PP, por supuesto.

¡Se calle ya coño! ¡Amos anda! Que diría aquel.

Descendiendo pues a su jerga.

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