Agitado redil sin Amo.
Cotidianas sombras que ahora se hacen hostiles. Siluetas que hoy esgrimen sables, que empuñan recortadas; pisadas que acechan, rumores que amenazan.
Turbia rutina trillada que se revela ahora senda tortuosa.
Seguros recodos que habitualmente acogen y amparan enrañables conciliábulos que son ahora el predispuesto escenario de encerronas y celadas.
Y ahí está la víbora desatada y tétrica expeliendo e inoculando todos sus venenos acumulados bajo el cieno que socapan rimeros de legajos. Desafiante y hostil. Retadora. Guardando el redil sin Amo.
miércoles, 19 de agosto de 2009
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