sábado, 8 de agosto de 2009

Emprendedores (son de otra pasta)

Mucho rollo liberal sofisticado con aditamento presuntamente poético ("dejad hacer las ideas"), con adorno y afeite extra para aprovechar el tirón y vender la moto -o el spa o la sala de musculación-, para terminar diciendo lo mismo de siempre: "contratar empleados resulta carísimo...". Y no puede ser ¡Coño! (aunque el reportero, así como sabrá sacar su mejor perfil, recatará también determinadas elocuencias).

Son empresarios. Mejor dicho, hijos de sus papas empresarios.

Así se expresa con natural desfachatez una eternamente joven empresaria, que encima hará creer -acaso engañándose a si misma (síntomas de mala conciencia, es decir, de humanidad)- que desde cero decidió emprender -o con eufemístico pudor "innovar"- para llegar por mérito de su nunca reconocido esfuerzo propio, y contra viento y marea que no hace ascos a una subvención, tan alto. (las alturas son también una dimensión subjetiva).

Y si no fuera porque los empleados son tan caros -aunque de ello no nos muestre ejemplo práctico alguno- un imperio deslubrante, de su pretendida nada, habría creado. En que cada día nacería una flor donde solo había un erial. Abonado con restricciones, recortes y renuncias. De los trabajadores, por supuesto.

No explicará ella tampoco que se ha de tener para ser emprendedor. No revelará un ápice de esa pretentida secreta pócima, de esa insondable cualidad. "Un empresario nace"-dirá. Nos ha jodido. Y tanto que los hay que ya nacen empresarios.

Tampoco explicará porque sus empleados no podrán ser nunca emprendedores. Ni porque no quiere que precisamente ellos lo sean.

Ellos, los caros empleados, reconocido pasivo empresarial, lastre que impide a la empresa elevarse, al día siguiente recortarán no obstante la página del diario de la efigie de su jefa y con triste sonrisa orgullosa lo colgarán en el tablón de anuncios donde malvive por merced de ella. Aunque ellos, debido a su exquisita e insistente formación, dirán que les alimenta.

Desfachatez de esta juventud empresarial.

Eterna juventud sin transición.

Que se autoproclaman emprendedores.

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