Afortunadamente somos cuatro gatos.
Aquí, concretamente, menos que eso; deliberada y afortunadamente.
Aunque en autocaldeadas ensoñaciones -inasumidos fracasos, si, desde amargas frustraciones fagocitadas- creamos ver otra cosa, casi nadie accede a estas catacumbas del saber que, no nos engañemos, a nadie podrían alimentar. Ni mucho menos de alguna manera se hace caso de proclamas -por ventura no políticamente correctas-. Ni en nada se tienen en cuenta lo que mayormente son exabruptos, clamores, ayes, proferidos desde la más helada y sórdida incomprensión azorada.
Entrañable reducto cibernético donde nos hacemos todos a veces pequeños émulos de PJ. O simplemente de JPF; que es aquí decir mucho.
Pero incluso en estas profundidades, a veces cálidas y entrañables, existen categorías.
Porque incluso aquí, en estos entrañables bajos fondos afloran los arrobados y ridículos palmeros, los aspirantes a policía que ni siquiera han podido ser seguratas.
Patéticos séquitos -la "cla"- de tanto sabio incomprendido al que le doran, aun ya oxidada, movedizas peanas.
Tipos nefastos cuyas intervenciones agreden y humillan. E incluso en esta desabrida intemperie asombran y hielan.
Como en la vida misma, realmente. Como en el exterior.
Mancillando esta turbia y secreta soledad.
Insoportable y espuria.
Fría y acogedora.
martes, 28 de julio de 2009
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