Los golpistas militares.
Que ya no son golpistas sino libertadores. Que ya no es fechoría sino gesta. Que ya no es rebelión sino victoria.
Y los asesinatos, necesarias ejecuciones.
De nuevo en algún lugar el aire apesta a rancho de rata y a calabozo húmedo, a pólvora y a metralla. Y a exilio y desmemoria.
Ahora la prístina denuncia, por los ilegítimos gendarmes del mundo -pillados como siempre cagando (cuando no de peor guisa)- elevados sobre movedizos pedestales, por medio de su cadena de voceros, se hace apología pura y dura del golpismo más sucio.
De nuevo, en algún lugar -y por desgracia también en castellano- turbas violentas que se dicen liberadoras, que tapujan su delito de rebelión (castigado con la máxima pena) con papel higiénico -ejemplares acaso de la propia constitución que con ello enmierdan- . Autoridad militar, como dijera aquel, por supuesto.
Y al fin algún nostálgico de la vieja metrópoli ha visto la oportunidad para colar su homenaje, que el corazón reservaba con ahinco, con pudor y disimulo a Pinochet y a Videla, y a tanta mierda y sangre inocente derramada de que estos se golpistas se alimentan-con oruga y gomina, también por supuesto, los síbolos del terrorismo golpista internacional-. Sin que se les note tampoco el bulto del revolver en su socorrida guerrera.
¡Que regrese la democracia a Honduras!
miércoles, 29 de julio de 2009
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