lunes, 22 de junio de 2009

También a mi me gustan estas fiestas.

A mi tambien me gustan las fiestas.

Siempre me han parecido misteriosamente emocionantes y mágicas. Mas estas palabras sin duda están demasiado gastadas y me avergüenza que coincidan con las que profieren aquellos que odio.Esta cofradía de vividores pseudo intelectuales que las mancillan y las politizan -hacia la derecha, por supuesto-.

Nunca he proferido gritos xenófobos y siempre he padecido el grave mal de no poder beber, ni he pegado ni he estado dispuesto a hacerlo por ellas.Pero me gustan mucho estas fiestas.

Mucho más que aquellos que se llenan la boca de palabrería fatua y espumosa. Dispuestos siempre al insulto, al anatema y a la pendencia. Pero que tiene cabida en todos los cenáculos.

En silencio disfruto de estas fiestas. Más que a aquellos que hablan y hablan. Con impostada y espumosa emoción.Que estas fiestas no se puede describir con palabras. Por ello es que sobra tanta perorata y tanta falsa erudición. Y tantas retransmisiones en directo.

Me emociona ver pasar y discurrir los caballos inmesos y majestuosos iluminando en su negrura imponente la noche mágica; guiados con destreza por la entrañable gente del campo (más noble que cualquier otro de la cabalgada). Los amos verdaderos de esta fiesta. Honrados y taciturnos; comedidos y sabios. Serenamente resignados pero dignos. Por una vez liberados de su pretendido asenderamiento.Buena gente. Lo mejor de esta tierra.

Verlos pasar solamente. Y entrar en las casas de la gente normal que disfruta pacífica y hospitarlaria de las fiestas; sin más alaracas.Sin la tontería de presuntos sabios vividores que quieren politizarlas.Y aunque algún imbécil borracho estorbe mi plácida visión y me coloque un vaso de plástico sobado en la boca y pretenda hacerme engullir su asquerosa pócima y me grite –¡Bebe, Coño!-. Zarandeándome e intentando hacerme apartar de mi plácida visión de los caballos en la noche compartiendo con la gente normal la sencillez de unas fiestas inigualables.Y consiguiendo que me asquee cuanto no puedo dar dos pasos sin que otro gilipollas me agarre y pretenda hacerme bajar por ejemplo a un mugriento sótano donde –lejos de los caballos (por supuesto)- suena múscia pachanguera. Y donde reposa el maldito patan de los pantalones amarillos y demás nefasta compañía –entre otras negras figuras locales-.

Yo sería feliz siempre y solamente paseando entre los caballos; abrevando su sed, con el permiso del dueño –siempre dan permiso esta buena gente- con polos de naranja.Sin molestar a nadie.Sin azuzar cual poseso irracional a los equinos.Sin agarrar a nadie de su camisa, empujarle, zarandearle, ni haciéndole beber porquería. Disfrutar plácida y sencillamente de la compañía de las bestias y sus entrañables dueños, y de la gente normal que sin alaracas disfruta de una merecida tregua festiva.Pero ya no es posible ello.

Y yo también bebo, ¿Qué os creeis?Pero no agarro a nadie de las solapas, ni le insulto ni le obligo a ventilarse de un sorbo un repugnante mejunje.Ni me humillo ante el figurante noble que ofende con su prepotencia al pueblo.

Ni escucho los engolados y fatuos discursos jaleados cuando los profiere algún preboste derechista –casi siempre-.Ni insulto al que no es de aquí.Yo solo quiero ver pasar caballos imponentes; las bestias nobles y sus amos entrañables. Y notar el mágico discurrir del tiempo en jornadas interminables y agotadoras y a la vez fugaces.Y ver a la gente normal disfrutar su fiesta.

Y escupo al suelo cuando veo a tanto presunto catedrático que ha logrado politizar las fiestas. Y que a la vez que se ha dedicado a pregonarlas inculca el odio hacia el visitante.Y al que me agarra de la camisa y me insulta con su borrachera predispuesta al odio, que se encomienda al santo para perdonar sus fechorías.Y al pantalones amarillos, degenerado y zafio.Y a tanto tonto que se llena la boca de ser más “fiestero” que nadie, pero cuando llegan los caballos, se marcha al sótano inmundo a escuchar a Julio Iglesias.

Mientras yo intento ver pasar y caminar entre las nobles bestias y sus sufridos dueños, huyendo de los zarpazos, empellones y requerimientos de tanto patán suelto.La mala gente lo es siempre: sobria, borracha, dormida, joven, anciana.Y ronda muy mala gente por las calles estos días. Desinhibidos y pendencieros. Premeditados.Que no me dejan disfrutar de las fiestas que me gustan más que nadie.

Meteos vuestro gin caliente y asqueroso donde os quepa.

Dejadme disfrutar de la fiesta.

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