jueves, 18 de junio de 2009

mañana es el día

De la fechoría matinal.

A hora intempestiva - mas no tanto como para quebrar al funcionario su sagrado y cómodo horario-.

Antes, dura madrugada insomne de afiladas estrellas y lejanos coros siniestros de vientos extraños que presagian la sinrazón, la crueldad, el llanto.

Silencio terrible que es premonición de golpes inhumanos en la puerta, mientras desayunan los niños, de los que irán a buscarla para lanzarla de la vivienda, arrancarla de su hogar; destrozar su casa.

Puta vida.

Cumplimentando dirán solamente una resolución judicial -nosotros solo cumplimos órdenes-

Maldita injusticia.

Maldita crueldad.

Y el dueño no estará, no para no soportar la crudeza de la escena y el severo y justo reproche de la defenestrada a quien no podrá mirar a los ojos. No vaya a descomponer su porte galante.

Y sus edecanes en la esquina, sabiamente apartados, apretando los dientes conteniendo el placer que les supone la fuerza bruta en acción y a la vez que la indignación por el desplante -el feo- que la pobre y digna mujer hace de este modo a su amo.
Dando instruccion a sus lacayos para que tomen el inmueble y cambien rápido las cerraduras mientras la pobre inquilina desconsolada, con la casa a cuestas y su prole es tranquilizada por un servidor del orden y un burócrata llenará algunos fríos papeles que de forma eufemística -más impúdica- expresan en solemnes membretes la palabra "justicia" y que un explicable pudor ahorrará que los presente para la firma de la lanzada. Aunque la ley dijera lo contrario.

Y con su casa a cuestas, atacada de la indignación y el desconcierto ante tanta humanidad y tanta crueldad llorará en la calle.

Mientras el jefe de los edecanes desde su movil comunicará al amo algo así como -s"in novedad destacable, al fin han largado a esta señora,... nada, cuatro gritos y cuatro escenas pero a tomar por culo, je, je"-.

Luego inspeccionara tuberías, cortinas, manteles y cuberterías como si fueran suyas para ver como lo ha dejado la inquilina expulsada por su cruel inhumanidad. Y tendrá la desvergüenza de mascullar algo entre dientes.

Malditos.

Luego irán al puerto a celebrarlo con una langosta. Champán y puros de contabando.

Malditos.

Que os aproveche

Malditos seais por siempre.

Y luego por allí los escasos testigos contarán la película entre sofocadas risas.

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