domingo, 28 de junio de 2009

La sociedad está enferma

E idolatra a cosméticos y artificiales ídolos, que ni siquiera son humanos.


Porque ha muerto un indeseable.

Un patético e irrisorio histrión renegado de su raza. Un drogadicto apologista –que para colmar sus caras adicciones arruina a tanto pobre diablo y envenena a la sociedad (este tipo de "gente" es la culpable del drama de la droga que mata a tantos inocentes que se prigan para servir generosamente la mesa de este lumpen)-.

Pendenciero y lunático.

Y además, fue un mediocre -ninguna presunta genialidad tampoco lo justificaría-. Un simple “mueveculos”, oh yeah, babe!!

Este es su legado a la humanidad -que necesita bien poco-.

Porque la gente, cual martir de no saben que malditas causas, baila estos días, imitando sus movimientos de muñeco articulado o de alimaña, en su memoria que lamentablemente se antoja dilatada -con la que nos darán la tabarra eterna y lucrativamente las discográficas y tanto traficande de desechos y reliquias-.

Ha desaparecido un tipo dudosamente humano. Un producto de marketing y couché. Un verdadero espantajo. Un perfecto fantasma.

Y ahora esta turbia sociedad enferma lo llora desconsolada, perdonando sus pecados –que no fueron pocos (lo cual a su turba de alucinados, a decir verdad, bien poco le importa)- y le llaman rey. Rey del estercolero y de la tontería. Con andar pendenciero y la mano agarrando eterna su paquete artificial. Todos imitándolo cual autómatas. Como él mismo.

La desaparición de esta especie –dudosamente humana- es en realidad un beneficio para la sociedad. Particularmente para la infancia, destinataria primordial de sus degenerados caprichos. A la que ya no volverá a maltratar.

Menudo pájaro que ha volado. De incierto pelaje y nefasta catadura.

Y la gente –esta sociedad enferma y contaminada por el veneno que supuran los desagües negros de las factorías de espantajos que lo encumbraron hacia los elevados alcázares de la idiocia y la tontería- haciendo el imbécil.

Andando como patéticos robots articulados y agarrándose el paquete. Aunque no lo tengan.

Me gustaría creer en Dios para desearle el infierno a esta alimaña.

Que asco me dais.

Tanto como la ignota cara de esa cosa.

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