domingo, 23 de noviembre de 2008

Matrimonios, amor e hipotecas

Cargan las tintas los neocons y meapilas que afloran sin complejos por todas partes contra el derecho de los homosexuales a contraer matrimonio con la persona a la que quieren.
No se. Creo recordar que el matrimonio -a parte de otras cosas- tiene su fundamento y génesis en el amor que se profesan dos personas -que por supuesto ya se conocen desde hace algún tiempo-.
Por ello es lógico que los homosexuales reclamen su derecho precisamente a casarse con persona del mismo sexo que es a quien solamente pueden amar.

Y que conste que lo del amor no me lo invento yo, que hace tiempo que he dejado de escuchar a José Luis Perales (creo que apodado como "El Puma"); sino que lo dicen y pregonan los curas a diario en sus sermones y homilías en este aspecto encendidas (y comunmente incendiarias), ya sea desde sus púlpitos ya sea a través de las ondas.

Pero a la vez, en los suburbios de Medellín o de la Habana -si es que hay algo que no sea suburbio-, un cura de la misma religión a la que me refiero dará la bendición a lo que se dice matrimonio entre un Manolo o Pepe español de cincuenta y cinco tacos con una chavala del barrio de dieciocho conocida justo el día antes de que el Pepe o Manolo pille el avión de regreso a casa de sus apuradillas vacaciones.
"Será que se aman" aseverará con engolada voz el curilla que aliviará eso si el sermón -no tanto para no poder justificar su generoso óbolo- y eso de que Dios les de muchos frutos a su unión.

Igual hará aquí mismo el orondo párroco respecto de los que llevando la tira de años juntos y habiendo tenido hijos deciden bendecir su contubernio porque el banco les exige muchos papeles para la hipoteca, toda vez que están ya hartos de alquiler. El curilla perdonará su anterior vida pecadora y les deseará igualmente generosos frutos; frutos que solo un penalti a destiempo tras clamoroso fuera de juego pudiera generar de nuevo.

También impondrán sus santas manos el curilla a la unión del viejo verde viudo podrido de pasta cuyo corazón contra todo pronóstico se habrá reblandecido nuevamente tras recibir una rebotada flecha de cupido por una mocita veinteañera que de el se habría enamorado.
También al de la marquesa solterona huraña que en la madurez habrá sentido el aguijonazo irrefrenable del amor encarnado en su chofer y mozo para todo.

El matrimonio no es nada.

El matrimonio es poco más -o poco menos- que un papel más que te pide el banco para la hipoteca.

En este sentido es legítimo el derecho de todos al acceso a este privilegio.

Que la gente haga lo que quiera.

Excepto que los neocons y los meapilas reivindiquen no se que historias sacramentales a su genuino tapujo llamado matrimonio canónico.

Que resida solamente en sus cánones.

4 comentarios:

Fernando dijo...

Me gusta como escribes, un estilo muy particular.
Aunque creo que alguna vez has entrado en mi blog y has hecho algún comentario que otro disonante te he enlazado para seguirte, encuentro interesante lo que escribes.

Indocumentado dijo...

Gracias.

No soy politicamente correcto; y apariencias al margen -estilo y formas concluyentes que pueden denotar soberbia- soy voluble y dado al exabrupto y a la visceralidad.

Se bienvenido.

Anónimo dijo...

No, José Luis Perales no es el Puma, amigo, que ese es ,creo, José Luis Rodriguez.
Perales tiene cosas buenas como "Un velero llamado Libertad" buena ya por el nombre, salvo que en algún momento del trayecto encuentra gaviotas (símbolo del pp).
Otra que no recuerdo el nombre, pero que dice: " Y te has pintado la sonrisa de carmín y te has colgado el bolso que el te regaló y aquel vestido que nunca estrenaste lo estrenas hoy...y sales a la calle buscando amor "
que no está nada mal. Un respeto para Perales, porfa.

Indocumentado dijo...

Bueno, Sr. Fauno, no hay que ser tan puntilloso.

En todo caso, -y no lo digo como alarde de inteligencia ni de sentido del humor peculiar- lo de José Luis Perales "el Puma" era un recurso estilístico, lleno de maldad.

Ciertamente Perales tiene canciones buenas. En realidad, bastantes canciones buenas -muy en lo suyo, claro-.
Yo le empezé a tener manía solo cuando produjo -me encanta esta palabra- el disco "Marinero de luces" de la Pantoja; y cuando mi amor platónico adolescente bajo de su pedestal.