sábado, 22 de noviembre de 2008

Blogs y disfraces

Puedes ser un patán al que no escuchan ni en el bar gritando gol!! en un partido de la máxima entre colegas devotos de los mismos colores.
Y no ser capaz de articular palabra en una junta de vecinos, ni para cargar las tintas contra el odiado vecino del bajo derecha y sus malditos perros.

Pero te haces un blog y como que te encumbras a una elevada cátedra desde la que pontificas cual si fueras mísmamente un PJ o su émulo dominical local.

Puedes no ser capaz de rellenar una instancia al Ayuntamiento para una obra menor-dos palabras, cuatro crucecitas-, pero saber deambular y trampear por páginas espirituales y esotéricas en internet y hacer propia alguna gastada reflexión de algún preboste budista rechoncho que con hábil copypaste llenará una entrada de tu blog creado para profundas reflexiones con una efigie del monje como motivo de fondo.

Puedes ser el mas chulo del barrio, pero en tu blog darás lecciones de humildad y denostarás la soberbia que te guía.

Puedes ser un aprovechado, un trepa, uno que vive del palo, pero en tu blog darás lecciones de magnanimidad y beneficencia enlazando a páginas vegetarianas.

Todo con fonditos rosas y con florecitas y encuestas con respuestas pijas.

Puedes ser un tirado, estar más quemado que la moto de hippie, ser un amargado de la vida, pero en tu puto blog darás diariamente consejos para sobrevivir hábilmente en este valle de lágrimas entre tanta jauría. Y lo dirás desde la experiencia que es la que dices que te impulsa.

Podrás pegar sablazos y aprovecharte de quienes conviertes a conveniencia en amigos. Y por la noche en tu recurrente blog -tu verdadero amigo imprescindible- teorizarás sobre la amistad y sus imposturas. Y sobre la falsedad que nos corrompe con fondo de musiquita de Bach, mientras recuentas el botín capturado de quien coyunturalmente fue tu amigo.

Los blogs son el papel higiénico para limpiarse la mala conciencia.

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